Imaginemos que vivir es navegar, y que la vida racional es el modo más alto de vida ; entonces esta vida basada en lo evidente es un cierto navegar de primera mano, dejándonos llevar por el viento. Pero para Platón hay «una segunda navegación», menos razonada y que va más allá de lo obvio y palpable.
Los términos están tomados de la realidad náutica. La primera navegación hace referencia a la que hacía el barco impulsado por los vientos; la segunda navegación es la que –al cesar los vientos- se hacía por medio de los remos, con las propias manos. Hoy es muy difícil esto último, por la enorme fuerza de los vientos tecnológicos que nos arrastran.
Esta alegoría, como todas las de origen platónico, se presta a varias interpretaciones. La más recurrida es que, cuando las circunstancias nos son favorables, podemos dejarnos llevar, pero hemos de estar alertas y no perder la habilidad de indagación sobre la realidad, intentando ir siempre más allá de lo evidente, por supuesto sin despreciar la razón, pero sin perder la libertad de coger los remos con las manos, por si cambia el viento para nosotros.
Sin embargo, ¿por qué no cambiar ya tu dirección y no seguir nunca el viento?. Elegir, entre seguir el viento o remar hacia la dirección que tu quieres, es lo realmente difícil.